He leído en algún sitio que si se juntan todos los pedazos de piedra que dicen ser genuinos trozos del muro de Berlín, derribado ahora hace 30 años, se podría hacer una réplica de la Gran Muralla China y sobrarían diez contenedores de escombros. Hoy en día con los selfies hubiera bastado para tener constancia de ese momento histórico, sin necesidad de llevarse un pedrusco a casa como recuerdo.
Foto El Mundo
Sucedió una noche. La del 9 de noviembre de 1989.
Los berlineses, y todo el que quiso ir a ayudar, derribaron casi con las manos el símbolo de un sistema que se estaba desmoronando como una fila de fichas de dominó. No me ha hecho falta leerlo en los libros de historia. Lo recuerdo perfectamente, señoras. Privilegios de la edad.
Pero también recuerdo ese año la boda de mi amiga Alicia; no necesito consultar el documento gráfico del evento para tener fresco en la memoria el atuendo que lucí. Diré en mi defensa que todas las amigas acordamos perpetrar modelitos semejantes… Un vestido lencero en raso color aceituna con un bolero de falsa piel blanco. Y un moño. No tengo nada más que añadir.
Y es que, cuando al analizar las tendencias del otoño/ invierno 19/20, surge la palabra raso me recorre un escalofrío. Bello sí, pero complicado como un campo minado.
Foto Harpers Bazaar.
Antes de entrar en materia… ¿ es lo mismo el raso que el satén ? Pues parece que no; consultando el Diccionario de la Moda ( Editorial DK ), ambos son tejidos de aspecto y textura muy similares, pero difieren en la composición de sus fibras. El raso suele ser de seda y el satén de algodón, aunque ambos con cierta participación de fibras sintéticas.
Foto Fashion
El raso , por tanto, lo asociamos a lánguidos vestidos de fiesta, y a la opulencia, en general.
El caso es que estos simpáticos tejidos brillan y el brillo, para las que tenemos una genética de urraca, es un imán poderoso y, como dejo dicho el tío del arácnido Peter Parker, ” un gran poder conlleva una gran responsabilidad “. Sigamos la senda de las expertas…
El nivel está alto, pero no nos achantemos tan pronto, señoras, veamos el manual de uso:
El satén se arruga. Mucho. Eso quiere decir que, tras estar tres horas sentada, el más bonito vestido de este noble tejido convierte a la portadora en un pingo.
El satén marca todo. TODO.
Foto Hola
El satén en pantalones y camisas de cuello de pico redondeado no recuerdan a los pijamas. SON pijamas.
Foto Hola
El satén en vestidos lenceros son camisones y fuera de las sábanas no le sientan bien a nadie. Ni con las hechuras de Kate Moss.
El satén tiene vida propia, no tolera ni el más pequeño sofoco de sudor, ni admite competidores que le roben el protagonismo de brilli-brilli, abulta, delata…es como un novio malote que nos encanta pero que no nos conviene. Pero esperen, señoras…vamos a darle una oportunidad
Una camisa no compromete a nada, pero que fluya, mucho cuidado con las apreturas y las lorzas, que nuestras son , pero no hay que pregonarlas.
Camisa de raso de Max Mara
La falda de satén ( de Adúo Guadalajara ) también es una buena opción para iniciarse.
En la primavera la vimos en Instagram hasta el aburrimiento combinada con deportivas y camiseta blanca. ¿ Que tal con jersey de lana y botas militares ?
Veredicto: sí, pero sin meternos en camisas de once varas y con otros tejidos que hagan del satén algo sencillo pero refinado.
Foto Harpers Bazaar
En los años 30 el exquisito vestido de boda en raso blanco lucido por Claudette Colbert, en la película que encabeza esta entrada y diseñado por Robert Kalloch, fue uno de los más copiados de la época. Pero no fue la única tendencia… Parece ser que la venta de camisetas como ropa interior de hombre se redujo drásticamente después del estreno del film, al constatarse que el eterno Clark Gable prescindía de ella. El Cine y la Moda. Pero eso ya son otras historias…
¡ Feliz semana !
Me ha encantado, como siempre has estado muy aguda.
Y esa falda de ADÚO con un buen Jersey de Lana y unas botas militar, es un outfit estupendo!!
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