Viajar, dicen, es acrecentar las ganas de volver a casa. Abrir la puerta y reencontrarnos con todas nuestras cosas en una suerte de sorpresa casi infantil, ¿ Es solo a mí a la que le parece que la casa es más pequeña ?
El verano es la siesta antes de comer, que es la buena, la caja de acuarelas sin recoger, desayunar tarde o merendar más tarde aún, churros recién hechos o tarta de zanahoria o las dos cosas, ¿ de verdad hay que elegir ? El verano es viajar a nuestro tiempo libre y volver después sin más mochila que la piel morena y el pelo necesitado de un buen corte. Es no hacer nada, es un no parar.
Lo bueno del verano es que la mañanita de relax cerca del agua admite uniforme: basta , como dice una seguidora colombiana , dos o tres ” salidas de baño “ :
Añadan ustedes alpargatas, chanclas, gafas de sol y sombrero y ya tenemos hecho el apaño.
El traje de baño, como el beneficio de usar el hilo dental, se da por supuesto.
Es el momento del canasto, de la cesta, del bolso de paja…
La noche también se presta al uniforme
Una falda larga tipo ibicenco, ya conocida de Gerard Darel
Y añadimos complementos
Verde
Con morado
Con negro, con azul…
Echemos el freno, señoras… Después de tanto trasiego al chiringuito nocturno, la blanca falda ya tiene un tono entre gris y marrón , algo así como el greige, que, según Armani, es el color epítome de la elegancia, pero que, según mi madre, la prenda se va sola a la lavadora.
Así que, aunque llevando solo una falda para toda la semana, figuraríamos como alumnas aventajadas en el cuadro de honor de nuestra heroína Marie Kondo, la higiene y la lógica recomiendan alguna cosilla más. Como alternativa de falda larga, ésta de inspiración hippie, con camiseta blanca.

El verano, en realidad, nunca es lo que esperamos, porque como decía Charles Schulz, el padre de Snoopy, ” el verano vuela y el invierno camina”. No estoy tan segura…a mí las estaciones me pasan como el cometa Halley y no porque yo sea precisamente una estrella acelerada. He paseado, como una vigilante sin traje de baño rojo y sin flotador de rescate, por una playa inmensa intentando captar una sensación de placidez para que me acompañe el frío invierno castellano. El verano es cerrar los ojos y respirar.
El verano, como la nostalgia, esta muy sobrevalorado, los días son largos en luz y cortos en realidad, no pasa nada entre el desayuno y la cena, el calor y la arena se pegan, hasta las cosas dulces saben a sal, no pasa nada y todo se acelera, no pasa nada y todo está bien…
Carpe Diem.
¡ Feliz semana !