Mi amiga Anabel envidia a Lola porque nunca, ni siquiera saliendo del paritorio ( donde aumentó la población planetaria con dos miembros más ), ha subido de la talla 38. Lola envidia a Purita porque en los mercadillos es maestra regateando y dando lecciones de chalaneo a más de un feriante y, así, consigue unos chollos inaccesibles para el resto de las mortales. Purita envidia a Merche porque sus hijos crecen sanos y hermosos, no saben lo que es una otitis, comen de todo sin protestar y hasta repiten brócoli con entusiasmo. Merche envidia a Inés porque trabaja de estilista en una cabecera de moda, que parece ser la ocupación más cool que existe en el mundo y siempre lleva lo último y lo más, sin ir disfrazada . E Inés envidia a Anabel porque no hay un verde más turquesa y más seductor en esta parte del mundo que el de sus ojos. Y además, aún no tiene vista cansada.
La envidia ( ¿ por qué se identificará el color verde con ella ? ) es el sentimiento más universalmente extendido en la especie humana, nadie creemos sentirla y, si la reconocemos como nuestra, rápidamente apuntamos que es de la sana. Desengáñense, señoras, de ese tipo no existe…
Yo envidio el aplomo, el llevar la ropa , los accesorios, con una suerte de ” mira , aquí estoy yo “ que acompaña al caminar a la gente que de verdad tiene estilo. El aplomo no está colgado en las perchas de Zara , ni viene en las bolsas de Primark, no hay tarjeta de crédito que lo compre ni lo venden online. El aplomo es saber que vas divina, y como vas divina, tienes aplomo.
Difícil ¿ no ?…Pero hay pocas prendas que necesiten tanto de aplomo y seguridad como los sombreros. Y no me refiero a las pamelas en la playa ni a los gorritos de lluvia ni a los que portan algunas con más o menos acierto en las bodas… Veo que con el buen tiempo Instagram se llena de testas coronadas con sombreritos , pero luego no se traduce al Street style. Como siempre , una cosa es salir en la foto y otra, la cruda realidad.
Veamos…
Este es un clásico Panamá. ( Aunque la etiqueta dice que es el genuino Panamá de Ecuador …) Yo creo que éste es de los más fáciles de llevar.

Con vaqueros rojos de All for Mankind, sandalias de Nuria Cobo, bolso de mercadillo y pendientes de Rubén Carrera ( Guadalajara )
La siguiente opción es algo parecido a un canotier.
También es fácil de defender…
Pendientes de PDPaola y gafas de Óptica Alcántara ( Siguenza )

Tengo también un pamelón blanco que me pongo en la piscina y, como se dice en los entierros, en la más estricta intimidad. Y un gorrito multicolor de rafia muy saleroso que no lo acabo de encajar en looks urbanos. Denme tiempo, señoras, y valor…
Y la última opción es muy formal:
Obviamente, lo compré para una boda de mañana. Si tuviera oportunidad, lo pondría con un vestido muy sencillo de Adolfo Domínguez, sandalias de taconazo de Carolina Herrera y bolso de Fahoma.
Este último sombrero, salvando las distancias , me recuerda a la maravillosa Audrey Herburn. Claro que a ella todo le sentaba bien…
En el libro “Audrey Hepburn in hats ” ( 2016 ) se hace un exhaustivo repaso de lo que esta mujer lució mejor que nadie: casquetes imposibles , gorras de pescador, estilosas en ella, y que a las demás nos remitirían a una excursión del Inserso, tocados con cascadas de plumas que aportaban a su rostro encanto y distinción y que en cualquier otra cabeza hubieran parecido nidos destartalados…
Atreverse, esa es la moraleja. Atreverse, que, según el diccionario de la Real Academia Española es ” tener el valor o la decisión suficientes para hacer algo que comporta riesgo o provoca inseguridad “.
Atrevernos a ir más allá, a cambiar , a volver, a salir… atrevernos a llevar sombrero aunque solo sea, como dice Joaquín Sabina, para tener la oportunidad de quitárnoslo ante lo que nos admira.
¡ Feliz semana !