Hace algún tiempo, por circunstancias que no vienen al caso, un personaje de cierta relevancia acudió a mí en busca de consejo profesional. El caballero, un alto dignatario de un país centroafricano de visita en España , no hablaba una sola palabra de castellano ( ni de ningún otro idioma por mí conocido ), pero, sin duda acostumbrado a solventar problemas diplomáticos, se esforzó en hacerse entender a base de signos. Yo, por mi parte, también me empleé a fondo en comprender y así, gesticulando, los dos salimos airosos del trance comunicativo. Sin embargo, el guardaespaldas , un maromo como un armario ropero abierto, asistió a todo el proceso sin abrir el pico, pero mirándonos con manifiesta desconfianza, sobre todo a mí.
¿ Por qué será que cuando nos enfrentamos a una dificultad, siempre hay alguien que nos cuestiona ? Un guardaespaldas, un progenitor , una amiga bienintencionada, o mi churri, mismamente, cuando me dispongo a hacer una maleta….
Porque, señoras, ¿ saben ustedes hacer una maleta de forma eficiente? Yo tampoco.
Pero no vamos hoy a adentrarnos en la maleta y sus misterios. El arte maletero es como montar un mueble de Ikea: lo hagan como lo hagan, siempre hay algo que sobra.
Vamos con el viaje en sí …¿ Que hay en nuestro armario para viajar ( por tierra, mar y aire ) aunando comodidad y estilo ?
Veamos, la mejor opción son las capas: camiseta, jersey y cazadora.
Gris y beige… en aeropuerto mejor sin botas de tacón alto, lo de descalzarse para pasar el control con los zapatos en una bandeja rebaja el glamour a menos cero. En serio.


Sobre la maleta y su correcto (re)llenado ya hablaremos otro día, lo prometo, señoras. Es fascinante, sinceramente, votaría al candidato a la alcaldía que demostrase saber hacer una maleta en condiciones, sin que sobre ni falte nada. Ese será un buen regidor , sin duda.
Yo hubiera deseado viajar en el Titanic, obviamente, en primera clase y sin su fatídico encuentro con el iceberg. Lo digo por los veinte baúles de equipaje, así es más fácil porque una va sobre seguro, llevando todo el closet a cuestas. Aunque tal despliegue no resulta precisamente práctico, y diré, desde el púlpito que me otorga mi mediana edad, que lo práctico, al igual que lo cómodo , debería ser un reflejo de lo elegante.
La elegancia , como tantas cosas en la vida, es indefinible, pero la reconocemos en quien la posee nada más verle. Dicen que aquella noche, cuando el barco más famoso de la historia de la navegación ( con el permiso del Arca de Noé ) estaba herido de muerte, la orquesta siguió tocando , transmitiendo una refinada forma de belleza : la música.
¿ Lo ven ? La elegancia por encima de todo, siempre. Incluso cuando estamos a punto de hundirnos en la oscuridad y convertirnos en comida de peces.
¡ Feliz semana !