No soy una persona breve en mis explicaciones.
Me voy por las ramas, los cerros de Úbeda son mi entorno natural, adorno con detalles desesperantemente innecesarios todos mis relatos. Soy prolija. Soy churrigueresca. Rascas un poco y me sale piedra arenisca de la Plaza Mayor de Salamanca.
Mis hijos se ríen y mis amigos me evitan. Como general del ejército Klingon yo no tendría futuro: mis órdenes se perderían en florituras y mis tropas no me respetarían…Me resulta difícil explicar mi fascinación por las personas concisas , las que con un gesto y cuatro palabras ( y , a veces, ni cuatro ) lo tienen todo resuelto. Ese inspector Callahan , mirando de reojo , y el malhechor asume que tiene ya un pie en la tumba…
Me gustan, como no, las propuestas rotundas, así que elevo a categoría de básico en fondo de armario al abrigo rojo. Sí, señoras, sí, ni beige ni negro. Ya lo dijo la editora de moda Diana Vreeland: ” el rojo es brillante, limpio, hace a todos los demás colores hermosos”.
Con un pantalón pitillo encerado y botines de tacón alto, perfecto. ¿ Y arriba?
Con top violeta y collar de piedras…
Con jersey verde agua …
Con top naranja…
El abrigo es de Naf Naf, los collares están hechos por mí.
La propuesta más clásica: camisa blanca, pantalón , bolso y botas negras y unos maravillosos pendientes de Musula.
El rojo pasa por ser el color de las pasiones ( de las buenas y de las malas), significa fuerza, calor, energía , deseo, vida, vigor… es el color de las pasarelas , de las tarjetas de los árbitros, del rotulador que corrige los errores, del semáforo que nos impide pasar, de los labios seductores…
Abro mi armario y, por muy oscura que esté la mañana, al colocarme mi abriguito rojo, me digo ” Venga, alégrame el día”.
Como Harry, sin más palabras
Feliz semana !