Omnia Omnibus Ubique ( Todo para todo el mundo en todas partes)
Así de rotundo es el lema de Harrods, el almacén más grande y fabuloso de Londres, capaz de satisfacer cualquier exigencia de sus clientes por refinada o curiosa que sea, según reza la publicidad original ” desde un alfiler a un elefante”
Y, precisamente, alfileres y elefantes ( con la trompita hacia arriba y en todos los materiales conocidos) es lo que tienen en el Mega-Hiper-Ultra-Super Asia, a escasos cien metros de mi casa…Es tan inmenso que podría considerar esconderme entre sus estanterías si me viera forzada a entrar en un programa de protección de testigos.
Total, no creo que ninguno de los encargados fuera capaz de delatarme, ya que no me reconocerían. Si tenemos en cuenta la verdad, universalmente aceptada, de que para nosotros , los occidentales, todos los chinos son iguales, la versión contraria, esa por la que , al parecer, Claudia Schiffer y yo somos indistinguibles, también debe ser cierta.
En realidad, en este mundo global, todos nos parecemos a todos.
En la cola hacia la caja de Zara o de HM o de Primark, cientos de personas en este planeta llevan esa misma prenda en las manos ¿ No resulta un tanto inquietante? O puede que no…a lo mejor la gracia es coger una pieza perfectamente reconocible ( la cazadora amarilla de Zara, mismamente) y repetir y repetir en todas las redes sociales hasta hacerla viral.
No sé yo…Viral viene de virus y, al menos en mi mundo ( médico), éstos no resultan nada recomendables!
Veamos: tenemos un abriguito de Zara de hace dos o tres temporadas:
Fácil de combinar,no?
Unos vaqueros de color rosa, una camiseta blanca, bolso de Purificación García, zapatos de Looky, perlas en todas las declinaciones ( pendientes y anillo de Majórica y collar hecho por mí. )
Pero, ¿ y si cambiamos el forro ( yo no, una buena modista ) por una preciosa tela de KA Internacional de Guadalajara y añadimos una camiseta de Mickey Mouse y un pantalón vaquero blanco ?
El bolso rojo es de Michael Kors, los pendientes los tengo hace 30 años y el collar está hecho por mí, la pulsera es de Durán, el reloj de Bering. Los zapatos son de Massimo Dutti y los calcetines, ahora que los ha puesto de moda Justin Trudeau, del armario de mi hijo pequeño.
Me gusta la uniformidad: es relajante, cómoda, previsible, tiene su punto de elegancia… pero me gusta la singularidad: unos pendientes sorprendentes, un bolso inesperado, unos zapatos como elegidos al azar…Un punto de brillo, un puntito… no la Vía Láctea!!
Feliz semana!